miércoles, 1 de marzo de 2006

Un zancudo picó mi mano



Inicio acá un desafío tomado en vacaciones de hacer un cuento en cien palabras con alguna frase o idea que se les ocurriera a los que desearan retarme a este duelo de fantasía.
La primera opción fue para Cato: "Un zancudo picó mi mano", dijo, y éste es el resultado.

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Paseando con Leo Raffo, el de los genes genoveses atrapados en América, ¡muy al sur! en Chile del Nuevo Extremo, se allegaron demasiado a la laguna en ese ocaso.

La playa ganó esta vez embancando las aguas donde el estero muere, haciéndolo apto para habitar mosquitos. Uno de ellos osó picar su mano llevándose su sangre que también cruzó el océano....

¿Qué diferencia habrá para el zancudo entre el sabor de la europea sangre y la tuya de oriente?
Pienso que ninguna, las dos son iguales, ambas rojas, ambas vitales.

¿Por qué las distinciones si el hambriento mosquito las ignora?

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Para mi esposo.

6 comentarios:

  1. yayayaya
    tadito do mosquito!
    excelente post,
    beijos de lisboa, amiga...

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  2. pues un resultado magnífico

    muchos besos!

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  3. sabes que me encantó el cuento, especialmente la dedicación, a tu esposo. Me imagino que el amor-eros lo has vivido también como un amor-agape. Qué bello.

    Sobre lo que me escribiste sobre el comentario del Papa. Fíjate cómo las palabras se han ido empobreciendo en su significado, y estoy de acuerdo es caridad. El drama es que el comentario de mi colega no era de él, sino de ¡un sacerdote de una editorial!

    Deberíamos hablar en cristiano - católico.

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  4. ¡¡¡¡Me encantó!!!! Eso de la oriental sangre, sabiendo que tu esposito es chinito, me ha hecho sentirle un sabor super romántico al relato (asín es una) y me emociona... voy por el otro... besos ¡escritora!

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  5. Marga, pues muchas gracias. Es muy entretenido tomar stos desafíos, ¿cierto? Gracias por leer los enlaces que he dejado.
    Un beso

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