viernes, 15 de junio de 2007

Pequeña felicidad


Mi padre debía salir a su trabajo muy temprano un día de frío polar, como suele suceder en Chile en estas fechas, y mientras se vestía, llegó mi hermano David, a la sazón de unos tres años, y se metió entre las cobijas aún tibias mientras decía pataleando de gusto: "¡Quién cómo yo papito! ¿cierto?"

9 comentarios:

  1. Juas, pobre tu papá... Me recordó a Calvin y Hobbes... :-)

    ResponderBorrar
  2. Padres, qué entrañables y cuánto los necesitamos de niños.
    Un abrazo, Ale.

    ResponderBorrar
  3. Yo no tengo papá.
    Y no hay sucedáneos como pasa con el chocolate.
    Feliz día, en todo caso, a mi papacito.
    Pagaría por un abrazo.
    Maicol

    ResponderBorrar
  4. Mi padreestá mayor ya y casi ciego.
    pertenece a una generación intermedia entre el machismo imperante en la generación de mi abuelo y la del compartir los roles como ha pasado con sus hijos, y le ha costado mucho adaptarse a los tiempos. Aún así, es una persona tan luchadora, tan valiente --y no le ha tocado bailar con la bonita precisamente-- que nunca, ni ahora, ha bajado la guardia. Merece mi amor y respeto, y comprensión por las diferencias generacionales que me han hecho sufrirlo alguna vez.
    Valga como homenaje por el día del padre.

    ResponderBorrar
  5. Los padres que lindos recuerdos nos traen
    Un abrazo para los dos

    ResponderBorrar
  6. Yo soy padre y fui hijo de un padre ya mayor cuando nací, y creo que la paternidad está recorrida por esos pequeños detalles como el contrate que se describe acá: el padre deja el calor del hogar y sus agradables sábanas por salir a trabajar para el protegido hijo.

    ResponderBorrar
  7. Aun cuando no conocí a mi padre, disfruto de este día y me gusta que los hijos tengan una palabra, un acercamiento, un obsequio. Gracias a Dios porque El dice que es un Padre para nosotras. Y eso nos hermana ¿no?

    Un beso de id.

    ResponderBorrar
  8. Ay, esos momentitos calentitos. Permanecen en el fondo de la memoria como el sabor de las galletas o la suavidad del jersey que tejió tu madre....y cuando hacen falta vuelven sin avisar, unas veces para arrancar una sonrisa y otras una mirada triste de nostalgia.....y siempre los ojos húmedos.

    ResponderBorrar