Dos gaviotas hacen su danza frente a mi ventana. Sus colores contrastan bellamente contra el azul profundo que el mar luce hoy. Mis móviles bailan el mismo vals que las gaviotas, con el mismo viento, contra las mismas nubes. Todo es un concierto de las criaturas dando gloria a Dios.
Soy testigo de tanta armonía y belleza como una intrusa que se invitó sola a una fiesta eterna que no necesita más espectador que el Creador, el mismo que me hizo a mí y, pensándolo mejor, creo que se alegra de darme este gozo y que yo esté consciente de ello para agradecérselo.
Fernando, tengo dos casas. La de la playa queda en el norte, en la región de Coquimbo, "entre Tongoy y Los Vilos", que en Chile es un dicho para decir "más o menos", pero en este caso es verdad. Saludos
Gaby y Esteban: la sensibilidad creo haberla aprendido de mi vieja que siempre nos ha hecho mirar las cosas que nos rodean. Cosas como los lindos dientes que alguna vez posteé; los colores de los ladrillos que -depende el país- son diferentes; el sonido de los insectos a la hora de la siesta (también posteado alguna vez), etc.
¡Que hermoso lo que has escrito! Algunas veces, las escenas más maravillosas pasan delante de nuestros ojos y es cuando te das cuenta que es imposible de Dios no exista. Besazo
"Post" escrito en la remota playa donde tenemos nuestra casa de veraneo... y "primavereo"
ResponderBorrary de verdad creo que vale la pena darle gracias a diario por todo lo que nos rodea!!! un beso Ale
ResponderBorrarWinnie , ¿a qué horas duermes, señora?
BorrarGracias por madrugar comentandome.
Qué bonito, Alemamá.
ResponderBorrarMe sorprendió al inicio, pues creo que tu casa está tierra adentro. Al leer tu primer comentario comprendí todo.
Sí, la naturaleza nos lleva a Dios como de la mano.
Te salio muy bien ale. Un verdadero poema a la naturaleza sin dejar de ser una agradecida oracion a Taita Dios.
ResponderBorrarCyrano: si me ha salido bien, como dices, también es para gloria de Taita Dios.
ResponderBorrarCariños.
Fernando, tengo dos casas. La de la playa queda en el norte, en la región de Coquimbo, "entre Tongoy y Los Vilos", que en Chile es un dicho para decir "más o menos", pero en este caso es verdad.
ResponderBorrarSaludos
Ciertamente, es cosa de tener la sensibilidad para no perder momentos como este que nos regalas.
ResponderBorrarTe felicito por encontrar maravillosas las cosas simples de la vida. En verdad una gráfica como la que expones, es mejor que otras mil cosas.
ResponderBorrarGaby y Esteban: la sensibilidad creo haberla aprendido de mi vieja que siempre nos ha hecho mirar las cosas que nos rodean. Cosas como los lindos dientes que alguna vez posteé; los colores de los ladrillos que -depende el país- son diferentes; el sonido de los insectos a la hora de la siesta (también posteado alguna vez), etc.
ResponderBorrarGracias por venir
Son dos gaviotas matriomoniadas, hermanadas cuando menos.
ResponderBorrarSon bellísimas y un lujo contemplarlas.
Ajovín, esas gaviotas no son mías, pero las que vi te aseguro que no les iban en saga en belleza de ellas y su elegante vuelo.
ResponderBorrarSaludos a Medranica.
Gran inspiración, nada como observar detenidamente la naturaleza que nos rodea.
ResponderBorrar¡Que hermoso lo que has escrito!
ResponderBorrarAlgunas veces, las escenas más maravillosas pasan delante de nuestros ojos y es cuando te das cuenta que es imposible de Dios no exista.
Besazo
Dolega, querida, gracias por pasearte por mi sitio. Es un gusto y un honor que alguien se tome el tiempo para hacerlo.
ResponderBorrarBien dices: Es imposible que Dios no exista. Así lo creo cada vez más.
Un besote y feliz de que estés de regreso de tu lindo viaje.