Nos ha llegado esta invitación al matrimonio de una compañera de trabajo de mi marido. Es una entrada, ticket, como para ir a un concierto de Justin Bieber, Madonna -o rock metálico, según mis hijos- con los hologramas que lo autentifican, con su numeración correlativa y un código de barras pre picado para desprender. Ni hablar de otros detalles para complicar la falsificación, como es que sea en colores en degradados.
Realmente me dejó impresionada y no necesariamente para mal, pues se sabe de demasiados abusos de "paracaidistas" en las fiestas y no esta mal tomar providencias. Otro motivo para usar estos servicios de eventos artísticos y sociales a favor es la baja de la adrenalina de los novios y sus familias ante el panorama de organizar estas fiestas cada día más producidas y por ende caras y complicadas.
Mi pregunta es: ¿Se puede equiparar un matrimonio religioso, o no, a un espectáculo, aunque sea en apariencia? Mi respuesta es que por la inmensa dignidad de fundar una familia debieran distinguirse de un evento político o artístico. Sin ser malo creo que es bueno marcar diferencias.
¿Qué opinas tú?
Deseo dejar consignado que el hecho de que se casen ya me habla muy bien de esta pareja. Están asumiendo un compromiso ante Dios y la sociedad que hoy por hoy pocos están tomando y eso es de destacar. Mi única observación es que con ese parte se pierde la solemnidad necesaria para que se note la importancia del acto y/o sacramento.
ResponderBorrarYo desde luego prefiero las invitaciones tradicionales. Un beso.
ResponderBorrarHablando honestamente, no entiendo que la gente gaste fortunas en armar LA fiesta de matrimonio. Me parece más sensato hacer algo con los más cercanos a los recién casados y emplear ese dinero en cosas más útiles y trascendentes.
ResponderBorrarGracias por su lealtad, Susana y Gabriela, a este blog que se ha vuelto tan caprichoso.
ResponderBorrarSon muy lindas ambas.
Olvidé mencionar que acá se puso de moda esa manera de invitar en las fiestas de quince años. Las invitaciones ya no son tarjetas, sino CD que contienen una serie de seguridades prácticamente inviolables... pero la muchachada siempre encuentra la manera de hacer de las suyas.
ResponderBorrarEso aún no lo he visto, Gaby, pero con la globalización....¡todo es posible!
ResponderBorrarBonito que se casen, como sea, con fashion o sin, porque como la moda es irse a vivir "así no más", fantástico si tienen la posibilidad de hacerlo novedoso.
ResponderBorrarMe encantaría una invitación así, los evangélicos somos re-tradicionales.
Me alegra leerte, que tengas un año espectacular.
Besos
¡Y pensar que antes se hacían recepciones simples en las casas!
ResponderBorrarYo creo, Alemamá, que las apariencias no garantizan nada: hay parejas que se casan en la iglesia más fina de Madrid y que a los dos meses ya están separados, y hay parejas que se casan en vaqueros y duran toda la vida. Ya sabes las tres claves: el amor, la confianza en Dios, la renuncia al propio egoísmo.
ResponderBorrarDe acuerdo, Fernando: no garantizan nada, pero lo que yo muestro acá es que con una invitación que se confunde con la de un show no se da el marco de dignidad y solemnidad
ResponderBorrar-aunque sea en jeans, como dices- que un matrimonio justifica, más aún si será sacramental.
Gracias por venir. Es un gusto tenerte de amigo
Esteban, así es y no se necesitaba más. Mi fiesta de matrimonio fue un pequeño cóctel en mi casa. Nos casamos al medio día de un lluvioso 19 de junio, con corriente del Niño.
ResponderBorrarCariños
Estoy de acuerdo contigo. Además, estéticamente, también prefiero las tradicionales.
ResponderBorrarUn abrazo!
Aquí en España la gente anda más pendiente de poner la cuenta corriente para que le des el dinero del regalo que en evitar que se falsifique la invitación. El tema del paracaidismo no lo he visto en este pais en las bodas, al contrario estás feliz de que no te inviten porque te sale por un dineral el ir.
ResponderBorrarBesazo y feliz año, hermosa
Elige la Vida, creo que casi siempre pensamos parecido, amiga. Que siga así el feeling
ResponderBorrarDolega, a los paracaidistas que me refiero son esos frescos que se dejan caer inclusive en fiestas de desconocidos y que no aportan nada más que sus ganas de fiestear. Por ahí podrían ser un aporte pero por lo demás........
ResponderBorrarBesos, preciosa
Ya sabes que yo no me voy a casar, pero si decidiera "arrejuntarme" con alguien y "celebrarlo" con terceros (raro es, pero en fin), haría casi un malón :P Onda que cada invitado trajera algo para comer o tomar y listo, mucha música, baile, alegría alegría y ya está :) Lista de novios de grandes tiendas, jamásssss (lo encuentro, la verdad, harto feo y rasca de hacer).
ResponderBorrarLO del parte-ticket no lo había visto nunca, es raro, pero supongo que... los tiempos cambian. ¿?
¡Hola Ale! Por fin me doy una vueltita por los blogs.
ResponderBorrarNo sé si es por ser monja pero estoy medio confundida: no me doy cuenta si es la invitación lo que parece una entrada a un festival, o el casamiento en sí en vez de ceremonia tiene algo de ese estilo.
Si es sólo la invitación, y si por lo que sugieres tal vez hasta se casen con sacramento y todo, que hagan la invitación que quieran, aunque a mí por supuesto no me guste. Pero ahora inventan cada cosa, que si es para algo bueno...
Un abrazo grande y a ver si le tomo el ritmo de nuevo a esto.
Ale, como tengo dos direcciones de google, me parece que salí fue mi comentario anterior con la que no quisiera. Me podés publicar sin firma? La que vale es ésta.
ResponderBorrarUn abrazo y perdón.