Un rincón para detenerse con buen clima en general. Como en todos los sitios, acá no faltarán los nubarrones, pero con que pasen, ¡todo en su lugar!



jueves, 18 de octubre de 2007

Pelos

Lo mejor es no tener pelos. Nunca estamos conformes. Si somos morenos, nos teñimos de rubio. Las rubias "son tontas" y nadie quiere serlo. Cada uno sabe dentro de su ser las espectativas que tenemos con ese elemento de nuestro cuerpo y los sinsabores que nos da.


Mi pelo ondulado era mi desesperación cuando jovencita colegiala y ahora es mi salvación de la peluquería, que detesto. Con mis rizos no se nota la diferencia; al menos yo, no, y se me ve más del que tengo.



Como a los hombres se les cae casi sin excepción, bien podría haber considerado la naturaleza su ausencia desde el comienzo y estarían tan contentos ellos y nosotras, sin andar retirándolos del lavatorio ni el piso de la casa, y sin estornudos por alergias. Eso sin hablar de pelos de gato, ¡atchís! (perdón).




Para terminar mi meditación trascendental, es mejor no tener un pelo de tonta y decir las cosas que valen la pena ¡sin pelos en la lengua!




Mhhhh, pensándolo bien, sí vale la pena tener algunos pelos, por aquello de salvarse aunque sea por uno;
ASÍ:

(Ella se aseguró)


8 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

La pérdida de pelo está asumida. Mejor calvo que canoso y además no veo remedio ni quiero buscarlo. Lo malo es que el frío se agarra a la cabeza como ni te imaginas.


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Saludos.

alida dijo...

Mi mamá cuando pequeña me hacia la permanente jeje que locura, ahora de no tener pelos en la lengua ufsss a veces hay que tener cuidado
Sabes salgo aquí como si viviera en Cabimas como a 600Km de donde estoy, menos mal que dice Venezuela, así estaremos de loco en este país (sin pelos en la lengua)
Besitos feliz fin de semana

pon dijo...

Uuuuhhh odio las peluquerías. Hace años que no piso una. Cuando iba nunca me hacían lo que quería: como tengo el pelo rizado me lo querían alisar, cortar, peinar, una gaita. Me lo corto yo y punto, con los rizos no se notan los trasquilones.
Al final he conseguido firmar la paz con mi pelo y ahora estoy contenta y me es cómodo.

Trini Reina dijo...

Siempre he sido una obsesiva del pelo. Lo tenía rizado y siempre andaba alisándomelo. Luego, cuando lo perdí, te puedes imaginar, pero nunca en la vida he estado más guapa que con la dichosa peluca y además, era lacio por supuesto:):) Ahora, como me lo corto todos los meses, no sé si ha vuelto a ser rizado o no. En fin, que al final y tras múltiples peripecias y disgustos, estoy en paz con mi pelo.

Besitos.
PD: No he consegudi atinar a poner la barra separadora, torpe que es una:(:(:( De todas maneras, gracias por tu ayda.

AleMamá dijo...

Cuando escribí esta liviandad, no pensé en loa que lo deben perder por terapias. Es triste verlo caer, pero dime que junto con su renacer no renace la esperanza, una visión de la vida de una forma inédita, una luminosidad y clarividencia para calar más hondo en lo que merece la pena.

Un beso grande, querida Trini ;)

Tanhäuser dijo...

La verdad es que esto del cabello es un asunto peludo, jejeje.
Abrazos

இலை Bohemia இலை dijo...

Bueno, hay un refrásn que dice..."dentro de cien años todos calvos"...será verdad?


un beso

rolo ridder dijo...

Me han gustado tus reflexiones "livianas". Desde mis 20 años mi frente ha comenzado a crecer. Mi primera reacción fue utilizar cuantos productos recomendaban; más tarde me alisté a las decisiones naturales y ahora disfruto con placer mi brillo superior. Lo que no entiendo es el porque muchas de las personas que conozco se preocupen por mi raleante cabellera. Bue...
Felicitaciones por tu espacio!.

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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