Villa Alegre se llama el pueblo de mis ancestros maternos y es un orgulloso pueblo del Chile central.
Su espíritu está ligado a la tierra muchas veces esquiva y que no se deja arrancar sus tesoros sin el sudor de las frentes de sus gentes por generaciones ligadas a ella.
Es famoso el lugar por sus vinos y derivados, y realmente son "terroires" muy apetecidos y la tierra se ha hecho muy valiosa para los que saben y tienen los medios para hacerla producir, que no siempre coinciden con los que aman ese lugar.
Hay de los que se quedan-- y uno no sabe bien si por inercia o porque no se proyectan sino dentro de las fronteras del pueblo-- y de los que se van por no permanecer ligados al destino de esperar que "el año venga bueno" para poder sobrevivir otros doce meses o angustiarse por igual período si no llueve cuando se espera; o si cae agua de más; o hiela cuando ya no debiera para la optimización de las cosechas arduamente trabajadas todo un año sin saber el resultado.
Mis padres son de los que se fueron, y de no haberlo hecho, yo lo hubiera intentado en cuanto me fuera posible hacerlo, pues el llamado de la Pachamama ( madre tierra en quechua ) para mí no va más allá del respeto por lo bello y cuidarlo por razones que la ignorancia o la maldad desconocen y mis lazos con el terruño se acabarían con la desaparición de los señeros abuelos que tuve.
¿Cuándo me iba a imagimnar que mis padres decidirían desandar lo andado por décadas y jubilarse ahí de donde salieron en busca de mejores horizontes?
Volver ha sido un reencuentro con personas casi olvidadas, pero recuperadas en el momento mismo de unir nuevas circunstancias y marcas del tiempo con el pasado común, y para mis padres volver a sido recuperar una identidad que creían perdida por la despersonalización de la gran ciudad a la que se habían resignado.
Mañana es Todos los Santos, fiesta grande en que se celebran todos los salvados, pero aunque no estamos seguros de todos, vamos al cementerio con flores a montones pues es primavera acá, y hacer ese ejercicio allá es algo increíble después de tantos años: ¡parece estar en familia! Los abuelos por acá; el borrchín que no ha faltado nunca junto con el loco pacífico que le daba caracter a cualquier lugar; la ex-empleada muerta por un camión que le pasó por encima; el cura con su tumba con la fachada de la iglesia parroquial en la que sirvió; o Serafín Gutierrez, el acalde español que plantó los naranjos que pueden ver en las fotos y que aparte de darle carácter, perfuman el pueblo en memoria suya, y así....
Muchas veces no vemos horizontes pues los llevamos dentro de nosotros y necesitamos la distancia del tiempo para apreciar lo que esos lugares significan.
Fue bueno irse cuando partimos, y bueno ha sido regresar para los viejos, a quedarse para siempre cuando sus dias contados desde su concepción acaben en la tierra que los vio nacer y queden ahí en paz, entre los suyos por otra generación.
3 comentarios:
Di a conocer la parte más nostálgica del asunto y mencioné, pero hay mucha tecnología y turismo también, como la Ruta del Vino y más.
¡Ya oirán de nuevo de la noble Villa Alegre!
Quise decir que mencioné lo de otra personas que buscan tierras para hacer ahí lo que los locales no han logrado: industrializar el vino a niveles de exportación neta, por ejemplo.
Hmmm me he quedado pensando en la teoría de los salmones de mi hermano... Quizás tenga algo de razón y todos llevemos un salmón dentro, que nos lleva a añorar el terruño de donde uno salió. Creo que para los abuelos el haber vuelto a Villa Alegre ha sido algo bueno despues de todo, aunque igual no es lo mismo que tenerlos más cerca como era antes. Termino con otra cita citable de mi hermano: "ir es volver"...
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