Los veranos en Chile central son secos. ¡Secos secos, del verbo disecar! Nuestras navidades son calurosas, con el sol parado hasta muy tarde en la noche. No esperamos lluvia, pues hasta fines de abril -con suerte- no harán su aparición, por lo que regalar un paraguas en Santiago es algo absolutamente inusual, salvo para Alemamá hace años:
Tenía una empleada que no traía nunca su paraguas al trabajo, por lo que vivía pasándole uno de los nuestros para que no se mojara en invierno. También en esa estación le compré un muy bueno, pero por alguna razón no se lo dí cuando le hubiera servido, por lo que se lo regalé para navidad, con las bromas de mis hijos y de los pocos que se enteraron. ¡Mamá, cómo se te ocurre, pobre Dina! ¡desubicada, estamos en verano! y así. Habían logrado hacer que me sintiera mal con mi presente, pero no contaban con la corriente del Niño, supongo, pues el 25 de diciembre, contra todo pronóstico se abrieron las cataratas del cielo y llovió de tal manera, que se anegaron las calles, hubo cortes de luz, accidentes de tránsito, y toda la parafernalia a que estamos acostumbrados en la estación de las lluvias, pero ¿a fin de año? ¡¡jamás!!
El tapabocas a los bromistas fue de antología, y hasta hoy lo recuerdan algunos. Hasta me han pedido que no se me ocurra regalar chubasqueros para la fiesta del nacimiento de Jesús.
6 comentarios:
Te iba a pedir lo mismo: nunca por favor se te ocurra regalarme un paraguas...
Beso grande, feliz día!
Ale, jajaja esa historia paso ser anecdótico, tus hijos pensaran mi mamá tiene un sexto sentido que adivina todo
Un beso feliz comienzo de semana
Hola Ale...
Paso a saludar... ya me imagino a Dina... lo que habrá pensado cuando recibió tu regalo... y poco después cuando lo abrió para estrenarlo...
Hasta pronto...
Fíjate Alemamá que a mi hija mayor, se le ocurrió pedirme de regalo -cuando me fui al desierto del Sinaí hace ya 25 años- que le trajera ... ¡un paraguas!
juan
Para no quedar por tacaña... no fue lo único que le regalamos a Dina. Sólo fue lo inolvidable por las circunstancia y lo extemporáneo.
Juan: ¿Paraguas desde el Sinaí? jeje es más o menos encargarlos a uno de Kuwait.
A mí me pasó al revés: Pablo, mi hijo, cuando estuvao allá no quiso llevar paraguas, por lo seco, decía, sin embargo, le eché escondida una capa verde, me acuerdo, y los salvó a él y sus amigos pues en Jerusalén les llovió casi todos los días. Ahí andaba la capa: en el santo sepulcro, en la Mezquita, en el Monte de los Olivos, y más. Muy didáctico: en temas de clima no se discute con una madre.
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