Un rincón para detenerse con buen clima en general. Como en todos los sitios, acá no faltarán los nubarrones, pero con que pasen, ¡todo en su lugar!



miércoles, 21 de mayo de 2008

De pelos y peluqueros

Obviamente, este buen hombre NO era el que me peinó.

Necesitaba urgente un arreglo en el pelo. Mi cabello ya era una indecencia, y parece que, mientras más mal se siente uno con el pelo a mal traer, más te lo miran detalladamente; ergo, partí a la peluquería de siempre pero donde no te atiende siempre la misma persona, al menos no a mí, que no tengo tanta paciencia como para esperar al fígaro preferido y sólo me limito a entregar mi cabeza y que hagan lo que quieran salvo...peinarme... en los últimos dos años me he negado, pues he llegado a considerar que quedo mejor con mis pelo seco al aire y sólo cepillado después y no como gato mojado luego de los brushings a que me sometía estoicamente pagando por eso más encima.

Me tocó un peluquero nuevo, muy atento y ¡vaya cosa! sabía cortar estupendo y peinar y, pese a que no se lo pedí, me dio unos brochazos en la chasquilla que me dejaron feliz hasta el triste final de mi hasta entonces dichosa aventura peruqueril, porque me cobraron más de lo que me han cobrado por el mismo servicio, pese a que, previéndolo -porque ya me ha pasado antes- yo había preguntado antes de entrar cuanto me saldría el servicio.

Estoy cansada de que en la recepción te digan una cosa y luego salgan con otra muy diferente, y para colmo, llaman al estilista para que venga a discutir contigo las diferencias, porque ahí hay tres interesados en conflicto: el cliente, la peluquería y el profesional del ramo. Si me dieron un valor, que lo mantengan y arreglen ellos su problema de malos entendidos, o lo que sea, ¿qué tengo que ver yo con la lista de códigos que el hombre sacaba a relucir para justificar los más o menos $7.000 (10 euros aprox.) que había de diferencia? Lo peor fue cuando Cristián, el de las tijeras, me preguntó a voz en cuello delante de todos: "_¿Para Ud. pagar $30.000 es mucha plata?_" o indicarme que, pese a la de años que uso ese salón de belleza, debía considerar que _"en todo este tiempo los precios han subido, se reajustan, señora"_, como si no fuera consciente de ello cada vez que paso por la estación de servicio a llenar el estanque, o al supermercado a completar nuestra despensa.

La otra vez pasó exactamente lo mismo ahí, con otra peluquera, por eso pregunté bien ahora, y es tremendo que quedes mal con alguien que te hizo un buen trabajo, que te dejó contenta, que desearías volver a que te atienda y ahora ya no lo sé porque él estará mal dispuesto y quién sabe qué puede hacerme...o dejar de hacerme, si le pido su atención de nuevo.

Bueno, lo pasé mal, y para qué voy a negar que la pregunta sobre el estado de mi bolsillo -si me causaba dolor sacar plata extra para el cabello- me descolocó y humilló. Creo que no debiera pasar, aunque lo comprendo: él era nuevo ahí y tendrá sus expectativas, pero hay que respetar lo ofrecido, digo.



8 comentarios:

almena dijo...

Cómo te comprendo.
Una cosa es lo que te dicen y después, a la hora de pasar por caja... qe si el champú especial, que si la ampollita de noséquecosa, que si el IVA...

agggg ahora que viene el verano, cortito y a secarse al aire.
:)

Besos!

Anónimo dijo...

Querida Alemamá:

Me gustan los posts que hablan de la vida cotidiana, y éste es muy bueno.

Aquí hay dos cosas. La primera, que como hay que dar por supuesto que vivimos en una sociedad de pillos, siempre conviene hacer lo que hiciste tú: preguntar el precio antes. Yo soy super tímido y odio enfrentarme a nadie, pero desde luego esto es un punto en el que discuto, pues me parece que la diferencia entre lo que te han dicho y lo que te quieren cobrar es dinero que te quieren robar.

Lo segundo es la impertinencia del otro, sobre si te es un problema pagar 7.000 $ de más. Seguro que, al darlo vueltas, se te han ocurrido mil respuestas que le podrías haber dado. Por ejemplo: "Sí me es un problema, me voy a cenar al mejor restaurante de la ciudad, y este es el dinero de la propina del guardarropa".

F.

j.a.varela dijo...

Bueno Ale, es que si era como el de la foto se comprende. Fíjate lo que hay en el piso y todo lo que falta!

Juan

AleMamá dijo...

Como Fernando, soy tímida y he huído de las confrontaciones, pero a medida que voy cumpliendo años me va importando menos eso que cuidar mis intereses, parece. Lo de ser una vieja impertinente quizás sea mi futuro. Espero hacerlo con justicia y gracia, en todo caso.

zocadiz dijo...

En México diriamos: ¡Qué ratas!
Me imagino la situación incómoda en la que te encontraste! Yo hubiera aplicado el: "No traigo más dinero, lo siento" Claro que sin pensar en regresar a ese lugar. Hay muchos lugares donde pueden hacerte el servicio de manera buena, bonita y barata!!
No vuelvas ahí! :)

இலை Bohemia இலை dijo...

a mí ya me toca ir que lo tengo largo y toca sanearlo y darle forma y...lo confieso...me da una flojera ir a la pelu que ni te cuento...

BSS

maria jesus dijo...

Mi madre dice que lo mejor para animarse cuando se está decaído es ir a la peluquería, pero tal como se estan poniendo casi es mejor pagarse un psiquiatra. Yo voy siempre a la misma y digo antes de empezar que no quiero champus especiales , ni mascarillas, ni pliss, que mi pelo no me los admite(ni mi bolsillo me lo permite, pero eso no lo digo). La contestación del "estilista" me parece una grosería inaceptable.

Anónimo dijo...

El tema de las peluquerías da para mucho...! Comparto alguno de esos problemas de los que hablas..parece que es universal el asunto!
A mí me ofrecen ya el secador de pelo para que me seque yo misma: salgo ganando mucho!( una imagen más normal, sin brushing, como dices tú, y menos pérdida de dinero en el bolsillo...)

Seguiremos "luchando"..jajaa
Un beso

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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