Ya que no hay barrios definidos, amables y llenos de amigos y conocidos, los malls han venido a suplir esos ambientes y a ofrecer un lugar de encuentro y convivencia, pero...¡nunca falta un pero!...no te van a dar una instancia así sin que pagues por ello y por eso ahí está todo lo que encontrábamos tanto en las vecindades como en el centro ¡y mucho más! y todo presentado de la forma más atractiva posible -obviamente- apoyados por las últimas técnicas psicológicas. ¡Consumir que el mundo se va a acabar! ¿No te ha pasado que te hacen sentir que si no se acaba este fin de temporada, al menos debes conseguir ESE artículo que nos parece imprescindible cuando te gritan que es ahora o nunca y te da la impresión de que nunca jamás lo tendrás, al menos no tan barato, y caes redondita? Yo sí, y luego me he sentido tan tonta, que ahora lo que hago para librarme de la sugestión consumista es decirme: ya vendrá otro más bonito y cuando lo compre será lo último y esto lo penúltimo y no lo necesito. Y al siguiente demonio tentador le digo lo mismo hasta que ya estoy aburrida de ver las mismas cosas bajo aspectos nuevos. Pero cuesta, vaya que sí.
No reniego de los centros comerciales modernos en general, pues al sustituír a los barrios y lugares de encuentro de antaño (¡uy que suena a vejestorio esa palabra!) han creado una versión mejor en seguridad, higiene, servicios y ubicación óptima, pero no puedo dejar de notar -a veces- el modo en que somos manipulados por el mercado, y no me gusta.
+++***+++***+++Post scriptum:
Una cosa no dije y me la han hecho recordar mis visitas: me marea tanta oferta y tanto ruido. Llega un punto en que ya no veo nada, habiendo más de lo que necesito, de hecho. Cuando eso me pasa, me pongo de mal genio, me estreso y generalmente me falta tiempo. Uno camina kilómetros dentro de esa atmósfera controlada que hace perder el control muchas veces. Creo que por eso voy al mismo mall todo el tiempo: me manejo mejor y puedo ahorrarme dar vueltas como ratón envenenado ahí mientras ubico lo que necesito, pues también es fácil decidir ahí, recién al verlas, cosas que "necesito" de inmediato. ¡Uf! tiene muchas aristas el asunto y es tan tentador todo.
No reniego de los centros comerciales modernos en general, pues al sustituír a los barrios y lugares de encuentro de antaño (¡uy que suena a vejestorio esa palabra!) han creado una versión mejor en seguridad, higiene, servicios y ubicación óptima, pero no puedo dejar de notar -a veces- el modo en que somos manipulados por el mercado, y no me gusta.
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Una cosa no dije y me la han hecho recordar mis visitas: me marea tanta oferta y tanto ruido. Llega un punto en que ya no veo nada, habiendo más de lo que necesito, de hecho. Cuando eso me pasa, me pongo de mal genio, me estreso y generalmente me falta tiempo. Uno camina kilómetros dentro de esa atmósfera controlada que hace perder el control muchas veces. Creo que por eso voy al mismo mall todo el tiempo: me manejo mejor y puedo ahorrarme dar vueltas como ratón envenenado ahí mientras ubico lo que necesito, pues también es fácil decidir ahí, recién al verlas, cosas que "necesito" de inmediato. ¡Uf! tiene muchas aristas el asunto y es tan tentador todo.
Post inspirado por una entrada de La historia de hoy que a su vez cita este artículo. Para pensar.
15 comentarios:
Yo extraño los negocios de barrio. De tanto en tanto termino por supuesto en los grandes shoppings, pero llega un momento en el que siento que me ahogo, que no soporto no saber si afuera hay luz o ya es de noche. Así que los dejo solo para cuando no me queda otra que visitarlos...
Ahhh, otra como yo! Yo prefiero mil veces un negocio de barrio, antes que el Líder... pero lamentablemente es más barato el hipermegasupermercado que el negocio de barrio... :-(
Los malls son entretenidos de vez en cuando, pero no para todos los días.
Y la propaganda... ahhh, está fríamente calculada... Yo trato de pensar como Platón: "ahhh, tantas cosas que realmente NO necesito"... ser libre... la vida no nos cambia por tener una cosa más o menos... Es más! Ahora cuando me voy a comprar algo trato de ser como me cuenta el alemán que era en la DDR: las cosas eran funcionales. El cuaderno debía servir para escribir, no importaba la tapa... y es que realmente ¿qué importa? Y así me he simplificado mucho... y sirve para el ahorro y para no sufrir tanto por cosas más caras... que no tienen sentido.
Yo creo que los malls son un pobre y peligroso sustituto de los barrios, toda vez que incitan al consumismo de manera distinta y ofrecen demasiada comida chatarra. Yo voy sólo cuando necesito algo puntual y aún así prefiero Provi, donde igual hay tiendas por departamento, más picás baratas y buenas (de cosas y comida) y aire libre.
Mi manera de evitar las compras compulsivas es hacer una lista de lo que necesito antes de salir y ceñirme a ella, aunque no siempre me resulta.
Los malls y superhipermercados me marean, me dan sueño, es demasiado estímulo: luces, ruidos, gente, cosas, espacios cerrados.
Ale:
Yo disfruto, ya sea la plaza de barrio, el negocio de verduras de don José o el hiperventiladomegasupergrandestiendasy todoeso.
Eso sí que tengo mis pequeños secretos. Voy almorzada o tomada de onces, llevo el dinero que puedo gastar, y eso sí, tiempo. Gasto tiempo en la Biblioteca (me costó una módica-módica de verdad cifra anual en pesos), leo los diarios, las últimas revistas y pido algún buen libro para la casa. Me siento más segura en los espacios cerrados y siento placer de observar la gente, sus costumbres, cómo visten, los jóvenes y sus risas. De comprar, lo necesario. Ya pasé la etapa de compulsiva, aunque nunca me dio muy fuerte ese epidemia. Hay una vacuna infalible, leer. Leer buenos libros.
Admirar.
Agradecer.
Alegrarse.
A mí no me enganchan ni dormida.
SOlamente el super, porque es más rápido y, compro lo que necesito, lo qu tenía planeado, o lo que estando a buen precio, está dentro de lo que comemos, usamos en casa.
Jamás entro a un shopping.
Y soy libre de las tiranías del mercado. En eso doy gracias a quien sea que haya puesto esa semilla de independencia en mi cabeza.
Una vez, cuando hacía poco que había abierto, mi hijo era chico e iba a estar "papá Noel", en uno de los pisos, fuimos con mi madre y el nene, al más gande que hay en Buenos Aires.
Cuando queríamos irnos, tuve que esperar dos horas, adentro del coche, por la congestión que se había formado en los subsuelos del estacionamiento. No me vuelven a agarrar ni por casualidad.
Viva el trato personal, los negocios menudos, las tiendas con estilo y señorío, los restaurantes de verdad en callecitas arboladas y con profusión de maderas.
Ale, muchas veces me ahogo los Malls debido por la gente parecen hormigas, pero en plena guerra buscando algo que no encuentra y desesperando por las rebajas
Me gusta ir temprano tomar un café pero cuando llega el gentío ufsss salgo volando
Un beso
Es impresionante la psicología del consumismo. TODOS HEMOS SIDO VÍCTIMAS. Y te levantas y dices: Ya no más, cuando escuchas el lanzamiento de un nuevo producto que debes tener... aaaaaaaa
es una lucha de siempre.
Por eso amo mi barrio a una cuadra de la Plaza Ñuñoa,lugar donde puedo caminar,donde está el hermoso edificio consistorial,una plaza arbolada con palomas y loros argentinos,con personas de la tercera edad,con niños que juegan al aire libre en columpios y resbalines acompañados por sus papás,donde venden algodones de azúcar y toca un organillero,con cafés donde servirse un buen cortado y leer un diario y restaurantes con buena relación precio calidad.Para comprar un super o negocios de barrio.En cuanto a compra de ropa voy a Provi.
Para mí,cero urgencia.Sigo deseando más,querer ser que querer tener.
Un abrazo
Mónica... creo que en pocas partes lo he pasado mejor que cuando mis primos vivían en la calle Manuel de Salas, a media cuadra de la plaza Ñuñoa. No habían demolido ese barrio lleno de casa de familias grandes y entretenidas.Ahora también va cambiando todo eso, pero no podemos negar que necesitamos compactar un poco esta ciudad que se va haciendo monstruosa.
Cariños.
para tu ego....vives en eterna primavera pues la mas bonita de las estaciones se aseguro en ti que no perdera su belleza....si YO el dueño de la humildad y modestia os regala este pequeño pensar aun restan 8.000.000 mas GUAPA
Si te apetece, en mi blog tengo premios "a elegir", si alguno es de tu agrado, como en los autoservicios, sírvete tú mismo y gracias anticipadas por tu visita.
Un abrazo.
Querida Alemamá:
Buceo en tus archivos, buscando noticias sobre tu madre, por la que recé en estos días en la Montaña. Encuentro el post del día 16, en que decías que todo iba bien, aunque aún no tuviera el alta. Me alegro mucho, y espero que de entonces a ahora todo haya mejorado aún más.
Gracias por saludarme, en el blog.
F.
No sé si sea salirme mucho del tema, pero yo prefiero convivir en un parque, caminar con mi esposa, jugar algún juego de mesa en el pasto y/o leer un libro por un rato... El shooping, lo dejamos para cuando haga falta algo... Aunque no puedo negar que a veces me hacen falta cosas que no necesito...
Saludos
A mi me pasa algo parecido: no me gusta comprarme ropa en los malls porque 1- hay tantas cosas que termino mareada y me cuesta discernir si algo me gusta o no y 2- cuando finalmente me decido nunca me voy contenta, sino dudando si hice la mejor opcion dentro de la variedad... Es todo un tema!
Si mi relato viejo fuera verdad (y no estoy diciendo que lo sea :) ... voy a tratar de conseguirte la receta! de verdad que es delicioso
Un beso!
HOla Ale! Sabés? yo le huyo a estos monstruos comerciales.
No me gusta el amontonamiento, ni los ruidos, ni que me empujen.
Sí me gustan las ferias, esas que se hacen el los barrios o las plazas, llenas de colores y sabores propios.
Acá hay centros hermosos, tal vez me quede con las construcciones remodeladas, llenas de historia.
Besos!
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