¡Ánimo, si tú puedes, yo también!

Comienzo una nueva dieta; esta vez me llenaron de imanes. No se comen, por suerte, pues capaz que en un atracón me rompiera una muela. No las del juicio, de las otras, pues parece que las que salen cuando se supone que se asienta cabeza no me funcionan mucho en el tema de la ansiedad = comidas grasas y dulces..... buh.... Me pregunto si servirán, si sus pegamentos no me darán alergias, y me ilusiona pensar que si a Manuela le ayudaron a bajar sus rollos a niveles aceptables, cómo no lo voy a lograr yo.... de esperanza vive el hombre. Bueno, ahí vamos. Doscientos metros con obstáculos y yo con muletas. Así me siento, pero lo he sentido en otros intentos --exitosos todos-- ¿no? sííííí, pues, me ha resultado ser sílfide por cinco años cada vez, para pasar al otro lado del péndulo y sentirme ballenato perdido en la ciudad. En esta ocasión, con tanta experiencia de dietas y trampas para el apetito --¡es tan rico comer!-- espero por fin cambiar de hábitos ya que la genética seguirá ahí, marcando cada célula de mi cuerpo más allá de la muerte, incluso. ¿No le han estudiado el genoma a Ramsés II?
Mañana será otro día y el segundo después de los nuevos propósitos.