Aporrear el teclado por que sí

Necesito mover mis manos sobre estas teclas que suenan a melodía en mis neuronas, sentimientos y no sé que más. No sé qué irá a salir de mis dedos, pero es verdadero ahogo el no producir algo, aunque no sepa qué es lo que pugna por expresarse, o al menos por emborronar este papel virtual que no tendrá la celulosa de un árbol para sostener la tinta.

¿Qué me mueve a este ejercicio? en verdad, ¿por qué lo hago? Mi blog es como mi mascota, tengo que alimentarlo, llenarlo, limpiarlo y mejorarlo a cambio de compañía, entretención, el desahogo que ya mencionaba y muchas cosas que no acierto a descifrar.

¿Podría ser soberbia? ¿y de qué? Paseando por ahí compruebo que no soy ni tan culta, ni tan inteligente, ni tan entretenida, ni tan nada, como muchos otros que visito, pero eso sí, es mi espacio, algo absolutamente personal, soy responsable de él y lleva mi sello y en cierto sentido tengo un remanso en que soy libre como en ninguna parte. Me muerdo la lengua bastante seguido pues por libérrima decisión trato de no ofender a nadie y tener un espacio limpio, decente, como se estilaba antes de la globalización, pues en esos paseos blogeros me encuentro bastante seguido con ejemplos de lo que no quiero para mi espacio virtual, pero público. Me debo y debo respeto.

En fin, no sigo, pues a estas horas de la noche me pongo más meditabunda que a otras con menos fantasmas y debo ser una lata. En todo caso, mi bitácora permite esta licencia: hablar de nada conmigo misma.