Editado por Planeta Testimonio
He tenido la grata sorpresa de que mi hija haya comprado este libro en una estadía en Mallorca, porque es de lo poco que hay en esta casa que esté en castellano. Es de ese autor del cual he comprado todo lo que se publica que esté a mi alcance y éste no lo conocía y es de mis temas favoritos. Miel sobre hojuelas.
Es una mirada muy personal la de Lewis, y la comparte así, con la humildad del que lo ha meditado tanto que comprende lo mucho que le falta por saber y, como siempre, le pone los toques de humor que le son tan propios y que hacen grata una lectura que podría ser densa.
Quiero comentar brevemente el capítulo sobre la alabanza a Dios.
Comparto con el autor que al comienzo de su vida cristiana el deber de la alabanza a Dios le parecía una "patería", una adulación desagradable a quién todo lo sabe y que no la necesita. Luego fue comprendiendo que si la alabanza es legítima, es algo espontáneo y de justicia tanto hacia Dios como a cualquier cosa de la que estemos agradecidos o por la que sintamos admiración; desde un paisaje hasta que nos salven la vida. La gratitud hace que las personas justas destaquen con el reconocimiento y la alabanza a sus benefactores, y quién más es digno de ella que a quién todo le debemos? Dice, y muy bien dicho, que las personas sanas interiormente se alegran y encuentran motivos de alabanza hasta en las cosas imperfectas y sencillas y la falta de este acto casi siempre se corresponde con personas amargadas que todo lo critican.
No me gusta postear largo y menos sobre un tema que C.S. Lewis ya ha tratado. Se los recomiendo sobre todo a los que somos asiduos lectores del Salterio. Mi única crítica en contra es la traducción de los textos sagrados pues Lewis cita las versiones clasicas en inglés que usan los anglicanos (el autor no es católico) y esas citas están traducidas al castellano de un modo que no les hacen justicia. Soy muy crítica de las versiones de la Biblia y por eso tengo 4 en la mesita al lado de mi sillón favorito para irlas comparando y entenderlas mejor.
7 comentarios:
A mí también me molesta que me cambien las versiones. Cada palabra me dice algo especial. Un beso.
No puedo opinar: nunca leo los salmos en casa. Ahora, con lentitud, voy leyendo las cartas de San Pablo. Pero no los salmos.
Me pareció muy bonito lo que explicabas, Alemamá, y que nos pasa en muchas cosas de la vida espiritual: cómo se empiezan haciendo las cosas por obligación, sin gusto, y sólo cuando pasa el tiempo Dios nos concede comprender su sentido y disfrutar con ello. Es una idea muy importante.
Por ahí leí que los Salmos es la lectura predilecta de los latinoamericanos. No sé qué tan cierto sea, pero es la mía. En estos días de fiestas estoy memorizando el Salmo 34, claro que una necesita una especie de buril para tallarlo en la mente, porque, ay, cuesta harto.
Disfruta la lectura, aunque teologicamente no pensemos igual, siempre hay algo que nos queda de la gracia que Dios ha puesto en otros.
Un abrazo y besos al que viene, que llegue con "marraqueta" de bendiciones.
Fernando, te pierdes de algo grande, bello e inspirador no leer ni orar con los salmos. Son maravillosos y tocan todos los temas que pasan por la mente y el corazón humanos. Cuando lo hagas, te acordarás de mi.
Saludos
Otro importante punto de encuentro, Toyita. Gracias x tus buenos deseos.
Hace un tiempo conté en el blog que usaba tres Biblias distintas y ahora tengo 4, a saber: Sagrada Biblia de Nacar-Colunga; Biblia de Navarra; Biblia de Jerusalén y Dios habla hoy, biblia de la Sociedad bíblica unida ( me parece que se llama). Tenía la Biblia sudamericana pero la regalé. No es mi versión favorita pero hay cosas rescatables y comprare otra.
Susana, gracias por venir
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