Trabaja mucho y lejos, en una gran ciudad del sur, por lo que casi no lo tenemos en la Capital ni en casa, por supuesto.
Agradezco a Skype la posibilidad de verlo desde lejos y poder comprobar con mis ojos lo bien y feliz que está, cosas principalísimas para cualquier madre de cualquier hijo, y más para una que ha sido agraciada con uno con una vocación tan exigente. ¡Esto si que es estar disponibles 24 horas 365 días al año, "estar ahí" para lo que se necesite!
Conozco su entrega, y también que hay personas que no la entienden o la desprecian y algunas veces hasta los atacan con dichos y hechos, y esa es una pregunta que me gira en la cabeza, ¿Cómo te tratan? ¿Te han dicho o hecho algo malo?
Pero hay otras preguntas que hacen olvidar las que he contado, y es ir conociendo de su apostolado, de su labor de almas, de su trato con personas que, con su ministerio, salen consoladas y que comienzan a mirar a lo alto, con esperanza cristiana.
Es muy lindo tener un hijo sacerdote. Gracias a Dios
