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viernes, 16 de septiembre de 2005

El Mayor.



T
engo hace algún tiempo ganas de ir escribiendo vivencias, recuerdos y anécdotas de cada uno de los miembros de mi familia. No sé por qué, es como un vago sentimiento de que hay que apurar el paso si queremos dejar recuerdos pues no sabemos ni el día ni la hora en que nos los llevaremos con nosotros sin dejar rastros.

Comenzaré por el principio y es “El Mayor”, obvio, no hay que poner los bueyes detrás de la carreta....

¡Cuánto desee ese hijo a los 20 años que tenía cuando decidimos casarnos con mi viejo ! Podría decir que lo soñaba junto con mi amor reconocido ante Dios y la ley de Chile al lado de mi Catito. Del primer hijo hablábamos en las cartas que nos escribíamos por haber pololeado a la distancia y sin Internet, ni siquiera un teléfono donde hablar en privado, y que Cato en un arranque de vergüenza, por ver expuestos tan sinceramente sus lindos, románticos y hasta un poco relamidos sentimientos, las quemó en una pira que lamento hasta el día de hoy, pues uníamos nuestro amor con la familia que de él se derivaría; Simplemente no concebía yo un matrimonio sin su secuela natural y lo más pronto posible.

Hablo por mí, Cato puede decir su parte.

Yo pensaba en el mayor como que sería hombre, no sé porqué, y en mi imaginación lo sentía en mis brazos tibio y con olorcito a recién bañado y con fragancias. Se demoró en hacer el anuncio de su arribo al mundo, pero en diciembre de ese año ya era evidente que crecía dentro de mí ese niño que ibamos a amar tanto yo como su padre.

¿Se parecería a mi esposo? ¿Sería sanito? ¿Sería capaz yo de sacar algo bueno de ahí?
¿Sería capaz?, en dos palabras con dos ENORMES signos de interrogación.

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Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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