Un rincón para detenerse con buen clima en general. Como en todos los sitios, acá no faltarán los nubarrones, pero con que pasen, ¡todo en su lugar!



martes, 29 de septiembre de 2009

Con cada lechuga una alegría

Semblanza de un modesto hombre que veía pasar.


Por mi anterior barrio de la calle Hamburgo, solía pasar un un verdulero en un antiguo carretón tirado por un cuidado y orgulloso caballo negro. Era una aparición sacada de otros tiempos, pues de esto hará unos 15 años solamente, ¡nada en el girar del mundo!

Era tan especial este buen hombre con su estampa y su carromato ágil y decorado con verduras, que se le podía seguir la rutina por la ciudad, por los carriles que a diario recorría, pues lo ví temprano pasando por La Reina, luego por Nuñoa para terminar en Providencia, todas comunas del Gran Santiago de Chile.

Era muy especial, pues si vendía pimentones rojos o mezclados con verdes no iban jamás en una caja, no, iban cuidadosamente amarrados en guirnaldas que bamboleaban atrás de su vehículo con sentido estético y simétrico pues eran como cortinas de esos vegetales sobre ordenadas coliflores, zanahorias, lechugas, betarragas, etc, todo con sus colores que marcaban las estaciones del año: sandías en verano, alcachofas entrando la primavera, naranjas en invierno, y todo el año, pues no son de acá, los alegres plátanos amarillos puestos con amor al lado de las barandas.

Se vestía con ropas atemporales también; destacaba un sombrero andaluz, como los que se usan en el campo chileno, que se sacaba para saludar-- como se ha olvidado hacerlo-- ante el menor asomo de una sonrisa de las que provocaba, de simpatía, de incredulidad, y  a mí, personalmente, de optimismo: ¡me alegraba el día verlo tan feliz en su humilde y esforzado trabajo!

Muchas veces lo vi pasar acompañado por alguna nieta o nieto, tan orgullosos como el abuelo sentados en el pescante; ella con sus trencitas pasadas de moda, limpias y dignas, y el chiquillo muy derecho y bien dispuesto a ayudar haciendo fuerzas o pesando la mercadería. Eran familia y de las buenas. Gente honrada, motivada, contentos y que contentaban.

Con cada lechuga que vendían daban algo intangible y escaso: alegría.

10 comentarios:

AleMamá dijo...

Esta entrada no es nueva. La he rescatado del olvido, del fondo del blog, pues fue de las primeras que subí acá y nadie la comentó jamás. No se si alguien la vio; no es eso lo que me interesa (aunque como bloguera también, claro, jeje) sino que el hombre y su familia de los que hablo acá merecen ser recordados por lo especiales que eran.
Ojalá haya logrado trasmitirlo.

Originalmente la publiqué el 10 de octubre de 2005

Gabriela dijo...

¡Qué lindo!
Tanta pasión por el trabajo, realmente conmueve. ¿No has sabido nada de él?
Saludos.

Winnie dijo...

Alemama...ojala tuvieras una foto de esa bella estampa de personaje que nos has descrito tan perfecto....Me ha encantado. Besos

Fernando dijo...

Hola, Alemamá. Está tan bien descrito que lograste que recordara a este hombre y a su carro, como si después de dar vueltas por Santiago se hubiera venido para Madrid.

Es una estampa bien bonita, de otro tiempo, como tú dices. Por el post me parece que no eras compradora de sus productos: seguro que si lo hubieras sido, además de recordar su estampa habrías hablado del buen sabor de esos pimientos y de esas naranjas, no como lo que nos venden ahora en las fruterías, todo de invernadero, insípido.

Oye, me parece bien que bucees en los fondos de tu blog y traigas cosas antiguas: seguro que con los años, como los buenos libros, no han hecho más que mejorar.

Y, en fin, ¡¡qué bellos nombres, los de esos barrios de Santiago!!

AleMamá dijo...

Fernando: no, no le compraba nada pues pasaba por mi calle y algunas veces lo veía y sucedía lo que he contado.
Pasaba por ahí para detenerse en Providencia, en la calle Pedro de Valdivia, en concreto, si mal no recuerdo que lo vi mientras su "pingo" (caballo) comía de una bolsa colgada del cuello.

Eres un comentarista muy especial, amigo; uno sabe que lees con atención lo que posteamos. Gracias

AleMamá dijo...

Winnie0: No, no tengo. Eran tiempos antes de la masificación de las cámaras digitales y la corriente no la tenía cuando tenía la suerte de verlos pasar. Una lástima, de verdad.

Unknown dijo...

Hermosas imagenes las que nos compartes (aunque no hayas tenido cámara). Nos hacen recordar la manera en que antes se llevaban los servicios hasta la puerta de tu casa.
El lechero, el afilador de cuchillos y tijeras, el que vendía las flores, el reparador de calzado.
Hoy en dia, en mi ciudad quedan pocas reminiscencias de estos tiempos y costumbres. Pocas son las carretas que pasan vendiendo frutas y verduras o comprando fierro viejo. Ahora están motorizados y traen altoparlantes que más que añoranzas nos crean dolores de cabeza por lo fuerte del sonido y la música escandalosa que los acompaña.
Saludos desde México

diosenmicalle dijo...

Estamos dando una vuelta por la red con idea de publicitar nuestra página.
Espero que no le moleste que saludemos desde su blog.
Es estupendo.
...su blog.
Un abrazo

இலை Bohemia இலை dijo...

DEsgraciadaente en mi caso el título de esta entrada sería:

"CON CADA LECHUGA UNA ALERGIA!!!!"

pues ese es uno de tantos alimentos que no puedo comer...con lo que me gustaban las ensaladas de lechuguita...

snif

AleMamá dijo...

¿Alergia, Bohemia? ¡increíble! una lechuga es lo más sano que me puedo imaginar..... ¿qué comes entonces?
Besos

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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