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martes, 8 de febrero de 2011

Peleas padres-hijos


Mi amiga bloguera, la joven Corazón-coraza, ha discutido con su madre y se ha quedado por horas en su habitación rumiando penas y razones -o sin razones- para su malestar. Yo soy madre y soy hija, por lo que recuerdo algunos episodios de discusiones en ambas veredas. Algo he aprendido con eso.
A ella le puse este comentario (levemente corregido), que he decidido retomar, para explicar un poco mi punto de vista. Ojalá sirva a alguien, pues nadie escarmienta en cabeza ajena, pero tratemos.

"Te sientes muy pequeña y frágil frente a tu madre porque las madres pesamos mucho, lo queramos o no. Estamos hechas de un modo especial porque tenemos el deber de formar otra generación y debemos hacerlo desde el amor, y por eso, ejercer la autoridad, y ahí es donde a veces no atinamos, pero conste que sí amamos.

Para pelear se necesitan dos, y muchas veces los hijos tienen prejuicios y no quieren oir, y los padres hablamos golpeado por sentir que sólo gritando seremos escuchados, y nos equivocamos todos. Hay que esperar un rato, NO DEJAR DE HABLAR JAMÁS, y luego de pedir disculpas mutuamente o sólo uno (tu parte es la única segura, empieza tú) a separar "las plumas del pollo" y ver qué parte de verdad tiene cada una. Con una hija como tú, estoy segura de que tu madre no es una bruja con lunar con pelos, así es que inténtalo poniéndote en sus zapatos, no siempre fáciles de llevar. Seguro que ella se sorprenderá con tu cuota de verdad y tú te ablandarás porque sentirás el amor que te tiene.

Aprovecha que se acerca a tu puerta para reestablecer el diálogo. Esto de no dejar de hablar con los que has discutido te servirá en tu futura vida de familia (la tuya propia) y en tus relaciones laborales, sociales, etc.

Un beso y a bajar el moño, con humildad, porque también los padres merecen otra oportunidad.... dile lo que sientes y escúchalos"


Ya veo que dar consejos que no me piden es lo mío, jeje, pero verdaderamente creo que por callar hay demasiadas rupturas y dolores, por dejar de hablar en el momento del desencuentro, luego el silencio se hace tan pesado que quiebra cualquier relación.

13 comentarios:

Winnie dijo...

Muy bien dicho Ale....Ay lo que daría yo por retomar discusiones con la mami que ya no tengo.... Con los años veo sus pasados consejos TAN TAN ¿acertados? no ...quizás a veces no...pero eran consejos que nacían del AMOR. Un beso Ale

ojo humano dijo...

¡Quién como ella que tiene madre!
Ya me gustaría tener la mía, aunque sea para discutir un poco.

Gabriela dijo...

Si bien es cierto que el silencio puede hacerse pesado, hay veces en que es preferible callar.
Sé por qué lo digo.
Espero que Corazón-coraza se arregle pronto con su mamá.

AleMamá dijo...

Toyita, sí, es una suerte tener madre. Yo la tengo aún en la tierra y me nutro de su sabiduría sedimentada por tantos años de experiencia.

Besos

AleMamá dijo...

Gaby, hay tiempos para hablar y tiempos para callar, pero esos silencios onerosos son malos. Se puede -y DEBE- me parece a mi hablar del clima o de la comida de mañana, pero no callar absolutamente. Los grandes temas ya saldrán, pero mientras hay que crear puentes, aunque sean dñebiles.

Me alegro de que estés de regreso.

maria jesus dijo...

LLevas razon, no se debe cortar la comunicación, hay que actuar sabiendo que, pase lo que pase, se quieren el uno al otro y una ruptura es impensable

almena dijo...

Es cierto, cuando se rumia en silencio todo es amargura propia y ajena y entonces es como si se levantara un muro que separa a las partes...

besos!

Fernando dijo...

Vaya comentario de lujo, Alemamá, me alegro de que lo copiaras e hicieras todo un post con él.

Sí, es un tema muy difícil, yo no he tenido hijos pero lo veo ahora en la educación de mis sobrinos: si te pasas de duro los hijos te pueden salir resentidos, y si te pasas de blando te pueden salir sin voluntad. Es muy difícil encontrar el punto medio exacto. Por los comentarios que haces otras veces, Alemamá, parece que tú lograste ese punto medio, gracias a Dios.

Espero que tu blog-amiga arregle los problemas con su madre.

CorazónCoraza dijo...

Me siento alagada por ser parte de uno de tus comentarios blogueros. Creo que es muy cierto lo que escribes al final del posteo, el silencio es cruel y doloroso, guarda mucha pena y desencuentro. Gracias a Dios, aquella discusión con mi madre ya es cuento viejo, los días nos han permitido bromear y hablar lo sucedido.
Y una vez más te agradezco por estar cuando creo que nadie lo está.
Un abrazo.

Edit dijo...

Muy atinados tus comentarios amiga.
Es verdad, para pelear hacen falta dos; que esa frase se haga carne, para no permitir que en un momento de enojo, caigamos en la tentación de dañar a quienes mas amamos.
Jamás debemos dejar de hablarnos, pedir perdón - com madre como hija - es una necesidad que nos quema, cuando estamos en medio de un distanciamiento.
Cuando meto la pata, lo primero que hago es pedir perdón a mi hija de 14. Así empiezo a enlazar otra vez la vida con ella.
Por que las madres también nos equivocamos, y es muy importante reconocerlo y pedir disculpas.
Te dejo un beso grande amiga...

Fran dijo...

Es verdad que es mejor hablar y aconsejar y tu consejo está muy bien dado.

AleMamá dijo...

Fernando, no estoy segura de haber lo grado el equilibrio en mi familia, pero de que lo he intentado y que ellos tratan, te lo firmo.

AleMamá dijo...

Corazón-coraza, me alegro de que te hayas arreglado con tu madre. La relación con ella siempre permanecerá.

Me alegro de que en mi tengas una interlocutora que te sirva de apoyo. Esa es la idea. Cuenta conmigo dentro de lo posible.

Nos leemos.

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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