Carlos Pezoa Véliz, poeta chileno.
Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo. ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban.
Entre sus papeles no encontraron nada.
Los jueces de turno hicieron preguntas
al guardián nocturno;
éste no sabía nada del extinto,
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa. ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta. Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada.
Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada.
4 comentarios:
Esta lindo tu blog Ale, se nota que en el das vuelta muchas de tus inquietudes, ademas esta de todo gusto.
la cruda realidad, sí
en casos como ese nadie dice nada...
besos, alemama
Me encantó! Y parece escrito hoy! O sea que el mundo no va cambiando mucho, desgraciadamente, ¿verdad?
O sea que tras éste hecho, como tras tantos se corrió un túpido velo...
Un abrazo.
PD: Perdona, Tú mamá es Irma, siento curiosidad, si es así, dale un beso de mi parte, sino, perdona.
Besos
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