El ascensor panorámico de un gran centro comercial ascendía mientras sonaba entre el bullicio una nostalgica música de los años veinte que giraba entre los engranajes de un organillo, de esos alemanes del siglo XIX, recuerdos fósiles de una edad ida.
Una niña pequeña miraba y preguntaba todo en relación al instrumento y yo recordaba la vez en que, maravillada, de la mano de mi abuela Mimí, hice lo mismo con un personaje salido de las páginas de mi libro de fabulas, en Peyuhue, balneario algo demodé en el Chile central.
Llevaba el organillero de mis vagos recuerdos un loro que entresacaba unos papelitos de la SIEMPRE buena fortuna con su pico: nunca supe de algo malo que se anunciara ahí.
No me importaba el oráculo, sino el hecho de que el animalito lo pudiera hacer y decir cosas comprensibles. Era portentoso en tierras de gorriones, pollos y palomas corrientes.
Que el mundo se achica y banaliza con el crecer en estatura y conocimientos, es un hecho comprobado, pues al lado del organillero de mis memorias había un cerro con unas escaleras largas, peligrosas y muy altas que llevaban a una bella escultura del Sagrado Corazón de Jesús, con su manto rojo y su corazón ardiendo de amor no correspondido. Pasados muchos años al regresar al lugar y buscarlo en mis recuerdos mirando hacia lo alto, me encontré con que era apenas una prominencia baja; los escalones pocos; ¿peligro? casi nada a no ser un tropezón, y la pobre y feísima estatua religiosa es más bella por el amor puesto ahí que por arte, pues la encontré colorinche, ordinaria y ¡cabezona!
Lejos me llevaron la música de antaño y la niñita del Alto la Condes de Santiago. Revivieron a mi abuela, mi infancia y la magia de entonces que no pueden regresar, salvo en las pocas líneas de una entrada blogera.
Foto de Alemama
5 comentarios:
;) ¡uy, amiga! qué mejor recuerdo que aquel que llega sin querer, con detalle y nostalgia, con alegría...
:) no hay nada mejor que echar a volar los recuerdillos guardados en el viejo baúl de la memoria y traídos a la actualidad por imágenes y sonidos con tanto trasfondo...
:P las pocas líneas de tu entrada blogera me han echo recordar cual nostálgica música de los años veinte...
cariños, te leo B)
fe de erratas
...me han hecho recordar...
¡sorry! :P
Tienes razón, el paso de los años achica en nosotros la visión de lo que recordamos como magnífico.
Un beso, feliz fin de semana
Muy cierto. El mundo se achica y banaliza. Hay cosas magníficas que desparecen, reemplazadas ya sea por el plástico o la tecnología,
llevándose consigo la sensación de estabilidad y permanencia.
Besos.
que lindos recuerdos del organillo multicolor fuera de la casa de mis abuelos!!
pero además, como si esta nostalgia no hubiera sido suficiente, viene el recuerdo de peyuhue... primera vez que fui de camping con mis papas siendo niña, primera vez que comi choritos y leguado, primera vez que estuve dentro de una carpa y afuera lloviendo a mares, que lindos recuerdos! gracias!
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