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jueves, 25 de octubre de 2007

Recuerdo de Susana


Susana vivía a un par de cuadras de mi anterior casa. Era de edad algo más que mediana, pero no vieja, pues se esmeraba en su cuidado personal, de arreglar su pelo y su maquilaje y todo lo que a su presentación se refería. Era muy escrupulosa en este punto, tanto que yo sabía que si la encontraba de paso a la peluquería mejor no la saludara, pues, o se hacía la que no me vió, o la haría pasar un muy mal rato si insistía en ello.

Era la soledad personificada en lo familiar. Arrendaba un departmentito cerca de la casa de su único hermano y sobrinas. Era viuda y todos sus embarazos terminaron en nada, no conservaba sus criaturas. Se volcó a su familia más próxima buscando su aprobación haciéndose necesaria por los pequeños y grandes servicios que les prestaba a ellos y a las amigas que fue conociendo en mi barrio, como yo, que fui elegida quién sabe por qué por ella, pues no teníamos en común más que ir a la misma parroquia en la esquina de mi casa, y unilateralmente decidió visitarme los miércoles a la hora del te. Muchas veces fue inoportuna, pero ¡cómo decirle que espaciara sus visitas si se presentía que había anhelado ir y se había arreglado especialmente! no tenía corazón, la verdad.

Pasó el tiempo, y Susana desapareció de mi casa y del barrio. No inquietó a nadie. Para muchos fue un alivio y nadie preguntó más, hasta aquel día que no podré olvidar jamás, en que tocó mi timbre un día de noviembre, me pidió dinero para pagar un taxi que, a juzgar por lo pagado, venía de lejos, y contrariamente a su costumbre, llegó sin su placa de dientes, sin cartera,sin pintura en la cara, pero siempre pulcra y me contó un cuento chino sobre las razones para tan extraña actitud.

Pasaron las horas y yo debía seguir mis ocupaciones y le pregunté si alojaría en la casa de su hermano, y ahí comenzó la verdadera historia de Susy: estaba huyendo de la casa de reposo en que su hermano la había dejado contra su voluntad, dando órdenes de que no la viera nadie que no fuera su familia, cosa que tampoco ocurría, quedando internada, casi interdicta, sin poder cobrar su pensión personalmente, sola, aislada y triste. Me partió el alma cuando me mostró la alfombra y me dijo que la recibiera esa noche, que le bastaba la alfombra, que ya no hacía tanto frío.....

Para mi esposo algo así es impensable, por lo que le sugerí ir donde Carmen, una amiga que yo conocía pues ella nos presentó, y donde Susana había alojado largas temporadas acompañándola cuando Carmen enviudó. Esa "amiga", que era absolutamente libre de actuar, no la recibió. Le dijo unas palabras de buena educación pero de una frialdad congelante, nada parecido a la amistad que le demostraba cuando ella la necesitó y su solitaria amiga estaba ahí, para servirla.

Seguí deambulando con ella en mi auto hasta que fuimos donde Silvia, otra vecina de las conocidas de ella y le pedí acomodo mientras Susana arreglaba sus cosas. Ella no tuvo más inconveiente que la preocupación de que anduviese sin sus artículos personales, pero le arregló cama y comida de inmediato. Silvia no nadaba en la abundancia tampoco, pues vivía de la pensión que le dejó su padre; era soltera.

Seguí los acontecimientos de cerca, y a los pocos días llegó la policía a buscarla por denuncia del hermano, abogado de profesión, que -- ignoro cómo y por qué-- era el responsable de ella. Se la llevaron entre los llantos de Susana y su amiga.

De nuevo a su reclusión en un lugar lejano, y nunca más supe de su existencia. Han pasado los años, ya debe estar muerta y, hasta donde sé, nadie la volvió a ver.





Luego de publicar esta historia, llegó a mi sitio otra Susana, que acaba de publicar un cuento maravilloso sobre una anciana.
Pueden leerlo aqui* en el blog de Susana Navarro Gómez

20 comentarios:

TEA CUP CLUB dijo...

Me has dejado un gran nudo en la garganta con esta historia. Pobrecita Susana, que tristeza estar sola y no depender de nadie que le tienda una mano mas que un hermano sin escrupulos y abusador.

Me has partido el corazon porque me pongo a pensar en mis viejitos y mis tias, yo no tendria corazon para dejarlos olvidados en algun lugar donde ellos no se sientan bien, pero sabes el karma es grande y asi ella ya no exista, Dios le cobrara una factura muy alta a este tipo. A los que la ayudaron les dara bendicion

Te dejo mi tacita de te con carino

Besos

Veronica

morilandia dijo...

nueva imagen para morilandia.

visitalo y lo comprobaras.

gracias

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Pobre señora. Cuando vivía en Madrid me sobrecogió la extrema soledad de muchas personas mayores. En mi pueblo, la soledad de los ancianos es muy relativa.
De esa soledad creo que huía Susana, de la que corroe el alma.

La vertiginosidad de estos tiempos es tal que en los márgenes quedan señoras como ella.

Me gustó tu remembranza, me trajo recuerdos de un par de señoras que vivían desubicadas en la gran urbe.

--
Saludos.

alida dijo...

Ale, que triste historia la de Susana, llegar así sola, como si fueras una carga en muy desolador, mientras su pequeña familia la necesito allí si estaba Susana, pero a veces los ancianos molestan y cuando son pobres no los quieren
Cuantos ancianos he visto por estas calles, me dan tanta lastima
Un gran abrazo

loreto dijo...

Hay muchas historias parecidas a la de Susana, y espero que alguna vez se tome conciencia y se haga algo por los ancianos abandonados...Yo ya estoy juntando mis pecitos para darles a mis papas una vejez más que digna.

Un abrazo

AleMamá dijo...

Lo traje a colación por Susana misma, pero también para hacer conciencia de lo desamparados que quedan algunos ancianos si los parientes --hijos u otros-- deciden deshacerse del ancianito que molesta o ya no aporta.

De verdad, que me pregunto por su suerte si NO están enfermos síquicamente, etc como el caso presente en que ella, con su pensión, estaba financiándose sus gastos de vivienda, mantenimiento, salud, etc. Su problema era la vista, más que nada.

Triste cosa ¡y qué problema oara las familias cuando no hay nadie en casa, cuando cada uno vela por si mismo.....! nuestra sociedad está enferma, palabra, y el mal empieza en el corazón de cada uno contagiado por las ideas de la época.

Semilla dijo...

Que historia más conmovedora! Es terrible lo poco que valoramos a nuestros ancianos. El estado debería encargarse de los más desamparados, en este caso los abuelitos que ya nos han dado tanto y merecen, al menos vivir en paz. ¡uf! Oremos por todos ellos.
En fin, pasaba para invitarte a leer un post especial para la mujer ¿tienes hijas? si es así, con mayor razón te interesará (espero)
Cariños miles

Cristian dijo...

uuuffff... por desgracia, la vida de Susana es un reflejo de lo que muchos abuelitos viven hoy, que están recluidos Dios sabe donde, sin poder vivir sus últimos años tranquilos. Me recordó a Lázaro, el pobre del Evangelio a quien nadie veía cuando pedía a salida de la sinagoga... seguro Susana hoy comparte la felicidad junto a él y Dios. Rezaré por ella. Gracias. Bendiciones.

Fattyec dijo...

Sabes querida Alemamà, no he podido evitar las lagrimas, me ha conmovido hasta este punto la historia de Susana, he sentido impotencia de saber que el ser que era su familia, no haya tenido el más minimo remordimiento de hacerle ese daño a su hermana...
Tristemente,
Faty

Briseida dijo...

Me ha conmovido la historia de Susana, Alemamá. Mucho.
Esa soledad, esa sensación de abandono familiar, sentirse sin raíces que la sujeten...

Un beso!

Marta Salazar dijo...

pero qué terrible!!!

hay que vivitar mucho a los enfermos en los hogares de ancianos... muchas veces no es que los traten mal, es que están muy solos...

yo iba mucho a hogares de ancianos en Chile... era la mejor experiencia que una puede tener... acá es más difícil ir, pero ya pidieron ayuda de uno con el que tenemos cierta relación, porque el tema de la soledad de los viejitos es espantoso.

Una vez vi morir a una ancianita, me dijo que no tenía miedo de morir, porque sabía que la recibiría la Virgen en el Cielo,

yo pensé: qué será de mi generación, que ya no cree en nada!?

Un abrazo querida Alemamá!

david santos dijo...

Alemamá, por favor!


Envía un Mail para la embajada del Brasil en tu País y habla de la injusticia que los tribunales do Brasil están cometiendo con esta niña.
Gracias. Viva la solidaridad entre los humanos.

Anónimo dijo...

El amargor inigualable de la soledad.
Pero también el dulce sabor de encontrar el consuelo de los amigos.

Un beso

MentesSueltas dijo...

Hola, pasaba a saludar y dejar un cariño desde Buenos Aires.
MentesSueltas

pon dijo...

Qué facilmente dejamos a un lado al anciano que nos estorba.......y qué rapidamente olvidamos que llegaremos a viejos.

Violeta z dijo...

Cuántas historias como éstas, cuántas vidas desechadas, cuánta falta de solidaridad... qué triste todo... no tengo más palabras...

celebrador dijo...

Ojalá esa mujer tuviera hecho el proceso de aprendizaje de disfrutar de su propio interior, al margen de lo de fuera.

Ojalá

Santisiembra dijo...

Hola Alemama, es muy trite la historia de susana,es la realidad de muchos ancianos. Junto a mi familia suelo visitar un ancianato de la localidad y compartimos con los ancianos a veces no le llevamos mas que nuestra compañia y cuanto a la agradecen, solo quieren ser escuchados, cuando mis hijas estaban pequeñas ellos guardaban los mangos que recolectaban de las matas y se los guardaban como regalos. Conozco muchos testimonios, algunos lo hemos visto morir en el ancianato, en fin cada caso distinto unos mas tristes que otros. Por cierto este proximo 3 de noviembre estaremos con un grupo de amigos celebrandole el cumpleaños a una ancianita, un caso de esos muchos que fue abandonada por sus familiares y que estan ahi en la soledad o haciendose compañia entre ellos mismos y de la caridad de aquellos que estamos dispuesto a dar un poquito de nuestro tiempo tal como lo hacias tu con susana... Saludos.

cielo azul dijo...

que triste historia... me haz dejado sin palabras!

Anónimo dijo...

Triste la historia, admirables las formas en que se puede vivir sin decir que se está vivo. Son los hijos parte de nuestra herencia, aporte de nuestro paso por este mundo en que vinimos a vivir una experiencia humana, porque espíritus somos.
Estéril Susana, no tuvo huella palpable, sangre de su sangre, y sin embargo, Ale que hasta ahora no sabe por qué la eligió la ha hecho vivir a través de este relato, muestra de nostalgia, de humanidad, de denuncia por lo injusto y disparejo que es este mundo.
Este mismo relato es el que me ha acercado a Alemama, magnífica mujer capaz de llegar al fondo con sus reflexiones y que sabe llegar al punto con sus observaciones y detalles.
Soy Susana, no la de tu relato, aunque yo misma he sentido que lo soy como viste en mi cuento Enjaulada que citas en este mismo espacio y que agradezco infinitamente.
A Susana la encontraste, ella encontró su camino y tú la conservarás viva mientras viva en tu corazón. Dentro de cada uno de tus lectores hay un pedacito de esta viejecita.
Muchas felicidades por tu espacio, un fuerte abrazo y seguimos...
Susana

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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