Que no le pase: ¡Aléjese de Farmacias Ahumada!

Hace un par de semanas, les contaba de mis espantos nocturnos, y como ya era mucho, fui a mi doctor que me recetó por un tiempo unas dosis bajas de un ansiolítico específico para estos casos (Clonazepam con la marca Ravotril) que en Chile no se puede comprar sin un montón de restricciones como recetas retenidas, escritas a mano por el médico y que vencen en un mes desde su expedición, etcéteraaaaaaaaaaaaa.

Fui a dos Farmacias Ahumada - a sus sucursales del Lider Buenaventura y la de Vitacura frente al Unimarc- y por tres veces se venció o perdí mi receta porque me decían "no hay Ravotril de esa concentración", o "no tenemos Valpax" otro nombre comercial de lo mismo.  Cuando me cambiaron la receta porque "no había" de los otros, me dieron simplemente Clonazepam su nombre de pila.Tampoco funcionó. Me dijeron ¡no EXISTE como genérico! pero sí existía. Además de mala atención, son mentirosos.

Cuando pregunté insistentemente la razón de la "ausencia" de los fármacos, me dijeron que la receta estaba mal extendida por una cuestión de forma, y en vez de decirme eso, llegaron al extremo de decirme el dependiente de la sucursal del Líder:  "su médico es un ignorante o un mentiroso", a lo que yo repsondí que era alemán, que a lo más, desconocía la manera ortodoxa de recetar ese remedio, y que no aceptaba sus dichos. Claro, debe de haberme considerdo loca o fuera de mis cabales por el tipo de remedio que estaba pidiendo. Bien humillante para uno, les diré.

El requete colmo fue cuando el químico farmaceútico de Vitacura 8163-8177 que es el encargado de custodiar esas drogas -no insinuó sino que me dijo- que "si yo había pagado por la receta", porque al estar impresa en una hoja de recetarios del centro médico Integramédica, "cualquiera las podía falsificar" y siguió por varios minutos en ese plan. Hasta me dijo que nadie le pagaba a él por estar dándome explicaciones por la ineptitud del centro médico, y blá blá blá.

Aún me cuesta creer algo tan bizarro, tanta falta de educación, de tino y respeto por el paciente.  ¿Qué les costaba desde el comienzo explicar la dificultad?

Ahí me daba vueltas yo, sin poder dormir bien, con tres recetas inútiles, hasta que la encargada de la cadena Salco Brand de la esquina de Padre Hurtado con Avenida Las Condes se tomó la molestia de escribir a mano un instructivo para mi doctor de cómo debía redactar la prescripción. Tampoco ella recibía ningún pago por ese servicio tan amable y destacado. Mi gratitud a  doña Solange Bulat Uhart.