Nunca he sido deportista por lo que tampoco he usado zapatillas ad hoc. Ésto hasta cuando debí ir a las Torres del Paine ¡con zapatos normales! y debí comprarme calzado adecuado en una tienda de Punta Arenas, y me cambió la vida, tanto, que mi hija Tere se rie de mí y me dijo el otro día que debía escribir una Oda a mis Zapatillas porque cada día le agregaba un verso nuevo. Ni corta ni perezosa he recogido el guante, a ver qué sale. Quizás sea la tercera poeta premio Nobel de Chile junto a Gabriela Mistral y Neruda.
No supe de ternuras en mis plantas, hasta ellas,
me acompañan todo el día, me acarician cada paso;
encerrado entre sus telas, su calor quita mi frío.
Pueden decir, sin errar, lo que es estar en mis zapatos,
conducirme donde nada me entusiasma,
haciendo menos penosos los deberes.
Nike pudo hacerlas menos feas, ya no importa;
cada arruga, cada brillo ya los siento embellecidos
por su estar ahí, silencioso y servicial.
Nada piden, sólo dan: apoyo, suavidad, temperatura.
Lejos de ellas las añoro todo el día
y si las olvidara, mis sufrientes pies me lo recordarían.
Sólo pido a Dios que, cuando mueran,
haya una nueva versión menos vistosa,
que ayudándome igual ya no se noten,
y me hagan sentir mejor vestida.
6 comentarios:
jaja Fantástico Ale.....Una oda de lo más original y sentimental jaja Un beso
Pocas cosas se comparan a un buen par de cómodas zapatillas. Con calzado incómodo no se llega ni a la esquina.
Ay, Ale, eres genial!
Bloguera, madre, narradora, esposa, patriota chilena, blogamiga y... ¡poetisa!
No es extraño que te queramos tanto, Alemamá.
Bien por la Oda a quien te da comodidad, estoy esperando la novela sobre tus zapatos de taco aguja nueve...Ja jaja
Cyrano, esa sería novela de terror, de tortura y espanto, apurando la trama un poco, hasta de muerte, jeje
Saludos
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