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viernes, 24 de agosto de 2012

Abuelas increíbles. Ya no las hay así



Vengo llegando de un curso al que asisto una vez al año fuera de Santiago. Son 5 días de intenso estudio y camaradería en que llego renovada y con buenos propósitos. Otra cosa es si me resultan, pero eso es tema de otro post. Sólo estoy dando una pequeña explicación por mi desaparición momentánea.

En el sitio en que he estado conocí a una mujer joven, madre de varios niños que nos contó la historia de su familia y que transcribiré contándola del modo más  fidedigno y breve posible para no aburrir, pero que vale la pena, me parece que sí.  Dicho ésto, a la historia:

Avelina Blanco dejó atrás su natal Orense, en Galicia, para alcanzar a ver viva a su hija avecindada en Chile, que padecía un cáncer terminal.  38 años tenía esta madre de 4 hijos entre 16 y 8 años cuando falleció en julio de 1973.  
Debo decir que Avelina jamás había salido de Galicia. ¡Ni Madrid conocía la señora a sus 63 años! jamás había montado en un avión, obviamente, antes de venir a Chile vistiendo sus trajes negros, de riguroso luto por su esposo muerto sólo 3 meses antes que su hija. 

Pasó el duelo inmediato y, ya hechas sus maletas, se aprestaba a regresar cuando el día anterior a su partida llegó la noticia de que el padre de los niños, el reciente viudo, se había matado en un accidente de carretera y quedaban 4 huérfanos en una país extranjero. ¿Qué hacer?

Como Dios sabe más, arregla las cosas de modos que nadie pensó, y todo para bien al final, los niños tenían una tía paterna, gallega también, casada con un chileno. Ellos fueron los que trajeron a la familia de la historia a vivir en Santiago por lo que la abuela no tenía parentesco alguno con ellos que resultaron ser la otra parte de los ángeles benefactores que sacaron a esos niños adelante. 

Se barajaron varias opciones: que se los llevaban a todos de regreso a España; que los separaban de dos en dos y otras ideas que nadie quería, hasta que al final los tíos propusieron a Avelina que ella se quedara haciendo de madre y dueña de casa de ese hogar, y que ellos pagarían los gastos de casa, comida, colegios (y universidades) etc. y así se hizo. 

Para hacer el relato corto, la abuela se quedó en Chile 17 años, y no regresó a Galicia hasta dejar a todos sus nietos casados. A los 80 años más o menos regresó "a morir" a su tierra, pero debió esperar 10 años aún, y los niños que iban naciendo en el sur del mundo fueron llevados uno por uno a que la abuela los conociera para felicidad de todos. 
Para completar el retrato de esa mujer excepcional debo decir que ya convencida de que debía "apechugar", se compró ropas de colores, moderna. Cambió el peinado y se tiñó el pelo porque no podía verse tan vieja teniendo a cargo los niños en fin empezó otra etapa de su vida, jamás imaginada.

Lo cuento con la mayor admiración, como un homenaje a la institución familiar y a esas mujeres anónimas, demasiado anónimas, que deben emprender tareas cuando ya merecerían descansar y lo hacen sin mucho ruido, en una entrega que deja huellas por generaciones. Vaya también por mi madre que se hizo cargo de mi sobrina de 4 años hasta que la sacó adelante con honores para ambas y, como me ha recordado Gabriela, a los generosos tíos que han tenido la suerte de tener.

20 comentarios:

AleMamá dijo...

Lo de destacar el año y mes en que Avelina llegó no es un capricho: un mes después de lo que he contado, vino la caída del gobierno de la Unidad Popular con todo el estado de guerra y desabastecimiento que dejaron en mi país. En todo caso, tuvo suerte, pues de otro modo más les hubiera valido irse a Orense con camas y petacas.

Gabriela dijo...

Una mención importante también para los tíos, cuyo aporte sirvió para que esta historia tuviera ese feliz final que tuvo.

Susana dijo...

Yo conozco a otra gallega cuyo marido emigró y se casó con otra mujer en América, de modo que ella se quedó a cargo de sus cuatro hijos sola. Se ve que las gallegas son mujeres fuertes. Un beso.

dolega dijo...

Es que una abuela, es como una roca, base de la familia.
He visto casos de nietos que no serían nada sin esos abuelos generosos y resignados que los han sacado adelante después de haber sacado a sus padres.
Preciosa historia.
Besazo

paterfamilias dijo...

Bonito y merecidísimo homenaje. ¡¿Cuántas Avelinas más habrá?!

esteban lob dijo...

Me ha conmovido.

Muchas veces se dice que "es de película", cuando nos cuentan algo que sale de lo común.
En este caso, cualquier argumento queda corto ante los matices interminables de sucesos familiares desgraciados, enmarcados-como si fuera poco-en un fondo vívido de la historia de Chile.

Saludos.

Winnie dijo...

Mis abuelos por parte paterna se hicieron conscientes de que su hijo (mi tio) necesitaba ayuda cuando su mujer murió dejándole 6 hijos (el menor de un año)...
los abuelos....son IMPRESCINDIBLES y la historia que has contado Ale es efectivamente la de una ROCA Un besito

Medranica dijo...

Una historia muy dura, pero bonita a la vez. esto nos hace ver que hay gente buena por el mundo, y es importante decirlo.Gracias.

ojo humano dijo...

Espectacular.
Espero que todavía queden mujeres de ese temple, son las que dan valor a la vida.
Te echamos de menos, me alegro que hayas vuelto renovada, hace bien.
Un abrazo.

AleMamá dijo...

Susie, en todos lados los inmigrantes han hecho eso y es una traición espantosa, creo yo. También los chinos de la primera ola migratoria en Chile lo practicaban; como no había registros y era tan difícil traer a la familia desde China, se casaban acá ¡y san se acabó!

AleMamá dijo...

Dolega, lo que dices es verdad, y lo era más antes, cuando las familias eran más unidas. Yo soy abuela ahora y estoy tratando de ser motivo de unión y de facilitar las cosas. Espero que la salud y la vida me acompañen para dejar huella también.

AleMamá dijo...

Pater, así es, ¿cuántas Avelinas habrá dando vueltas por ahí? Que vaya para ellas mi homenaje.
Gracias por venir y comentar.

AleMamá dijo...

Esteban, es conmovedor de verdad, por eso lo he recogido acá. A la pobre señora le toco el 11 de septiembre de 1973 y además el terremoto del 1985.
Saludos

AleMamá dijo...

Winnie, hoy por hoy las tias como tú y como Gabriela, comentaristas de este sitio son una roca también, y con más energía que las abuelas de articulaciones rígidas, jeje.

Besos, amiga. Es bueno tenerte de regreso

AleMamá dijo...

Medranica, gracias por venir. Te leo.
****
Toyita: ya he vuelto a lo mío. Qué bueno que alguien la extrañe a uno acá. A veces desaparecen y nadie se entera.
Besos

Juan Carlos Partidas dijo...

Que hermosa historia, AleMamá. :)

hna. josefina dijo...

En nuestra familia, que mamá se quedó viuda con 12 hijos y algunos muy chiquitos, nuestras tías -y abuela, pero sobre todo tías- fueron de fierro.

Cyrano dijo...

Impresionante historia, personas de acero inoxidable con un alma que brilla mas que el sol.Quedan pocas.

Marta Salazar dijo...

yo creo que conozco a la familia... no hay que olvidar que Galicia era entonces un lugarmuy pobre de un país muy pobre y que ella no podría dar en Espana, ni la educación, ni el nivel social (esto importan mucho a espanoles) que lograrían en Chile, esto hay que considerarlo... Saludos

AleMamá dijo...

Marta, claro que no podían, por eso el tío chileno les dio generosamente la oportunidad de salir adelante, pero sin la fortaleza de esa abuela quién sabe qué hubiera pasado con esos niños. Lo más probable es que los hubieran separado, como hicieron con el padre de ellos cuando el abuelo murió en la guerra civil española.

Lo de ascender en clase social en nuestros países va asociado al emprendimiento, a la meritocracia, como le dicen, porque aristócratas por acá pocos se conocen y los que se las dan de tales por lo general no tiene el "pedigrí" requerido. El tío chileno tenía los méritos sociales para traspasarlos a los sobrinos políticos y al tener una buena educación -efectivamente están muy bien. Son profesionales por su propia valía y gente de bien.
Saludos, tanto tiempo.

Algo de mí

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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