Tres vueltas a la tierra ha dado un chico -que se gradúa de secundaria hoy- solamente con los viajes que ha hecho desde su casa al colegio ida y vuelta en los trece años de educación que lleva en el cuerpo.¡Cuántos peligros ha sorteado con buena suerte en todos esos kilómetros! Son cuentas sacadas por la madre del joven; ella lleva 27 años con niños educándose. Este es el último.
En Chile y otros países consideramos una buena inversión gastar tiempo y recursos en acarrear niños a colegios más distantes con tal de que se adecúen al modo de pensar, la educación, los valores, etc. que tenemos en las familias, es que no es broma la deformación que se puede conseguir en un ambiente que no secunde la formación dada en los hogares, porque el colegio es colaborador de los padres, sólo eso, pero hay que ver lo que pesa el ambiente.
Yo decidí cambiarme de casa cuando, para llevar a mi retoño menor al cumpleaños de un amiguito suyo, debí manejar OCHENTA KILÓMETROS (80) El compañerito vivía a 20.000 metros de nosotros.
10 comentarios:
En Madrid muchos colegios se han cambiado del centro a las afueras y, efectivamente, los niños hacen todos los días un monton de kilómetros.La razón es que han vendido sus edificios del centro en millones y han comprado en las afueras más barato y tienen más espacio para campos de deporte.
Pero los niños pierden mucho tiempo en el transporte, aparte del cansancio que les supone.
Yo siempre añoré ir a un cole cerca de casa para que mis amigos estuvieran cerquita....y estaban a 20 minutos de bus...No puedo imaginar 80 km Qué fuerte Buenas noches ALe
El colegio en el que estudié se mudó cuando yo estaba casi por terminar primaria. Así que para mí y mis hermanos era habitual aguantarnos viajes de más de 40 minutos de ida y otro tanto de vuelta. Ahora cuando paso por esa ruta, muy pocas veces, me sorprende lo urbanizada que está.
En verdad, creo que debería sacar la cuenta de la distancia que he recorrido en mis años de escolar.
Sacar cuentas...mmmmmm....
Todos hemos caminado harto. Pero lo que un día le sumamos a un amigo los cigarrillos que se había fumado en 20 años...¡¡¡ el valor de un automóvil nuevo!!!
Es interesante sumar.
Besos, linda primavera... las rosas en todo su esplendor.
Paso a dejar saludos, espero que estés bien (: .-
Yo he tenido la suerte de que casi todos los centros en los que he estudiado me han pillado razonablemente cerca de casa.
Qué curioso el cálculo, ¡tres veces la vuelta al mundo! jaja.
En España, en la escuela pública y en la concertada (privada subvencionada por el Estado) los niños deben ir a colegios cercanos a su domicilio. Pero yo no sé cómo diseñan los distritos, porque muchas veces en el autobús van niños que tardan 20 o 25 minutos en llegar al colegio.
Estimada AleMamá:
Me has hecho acordar a mi transporte escolar de niño. En el Perú, al transporte escolar se le llama movilidad, sin más adjetivo, y es toda una institución.
La señorita, que tenía alrededor de 50 años (yo la veía anciana y ahora me parece una niña), era quien manejaba un Mercury verde con el techo blanco. Tocaba la bocina ta-tatá-tatá, y uno tenía que salir volando. Entonces, los días viernes por la tarde, pues se iba al colegio mañana y tarde en dos turnos separados, esta señorita entregaba "premios" a los que no se habían demorado en salir durante la semana, ni del colegio. Y por supuesto, dentro del auto hapía que portarse como un ángel. Sino, adiós premio, que consistía en un autito, un avión. No cualquier autito, los Corsitoys que eran lo último para la época. A eso se acompañaba un chocolate alemán cuya marca no recuerdo. Pero era delicioso. Por eso es que creo que en esa época era niño bueno: por los premios de la señorita María Delia que manejaba la movilidad.
Pero hay más: a los que no tenían premio, ella también les daba. Era chocolate nacional y autito nacional.
Gracias por este viaje al pasado... en movilidad. Te recomiendo algo: sigue siendo tú.
Hola Ale:
Al leerte en este post, pienso en los niños de regiones alejadas que nos muestran a veces en la tele, en que para ellos es de los más normal cruzar ríos en lanchas para ir cada día al colegio o caminar kilómetros y kilómetros con el mismo fin.
Un beso.
Pensando en lo dicho por Esteban, es cierto que casi no tomamos en cuenta el esfuerzo que muchos escolares y sus profesores hacen para ir a clases todos los días. Largas caminatas de kilómetros, en medio del frío o del calor extremos.
Son dignos de todo elogio.
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