Paseando por ahí, cerca del Apumanque, con un frío sabroso, estimulante y no agresivo, me encontraba feliz. El viento me movía la melena recién arreglada en Spejo's y sonaban los chimes de los edificios.
Estoy viva y sé que lo estoy, cosa redundante, pero no todos se dan cuenta de que hay que aprovechar hasta los paseítos minúsculos como ese entre la iglesia y el hogar para sentir latir la sangre en las venas, y los pulmones rítmicamente inflándose cada tanto. Si me pongo a esperar el nuevo paso del cometa Halley para disfrutar, estoy perdida.
8 comentarios:
Muy cierto querida amiga!..debemos aprender de esos pequenos momentos y que en determinada situacion, a veces se convierten en pequenos milagros!
Aprovechemos lo que la vida te presenta..
Abrazos
En las pequeñas cosas, en esos instantes humildes, es donde está la magia de nuestra existencia.
Un abrazo, Ale. Es siempre tan hermoso el leerte.
efectivamente, hay que vivir.
Brindo por ello.
Un abrazo
Aleeeeee, he vueltooooo. Me escapé de los "secuestradores", fue horrible, un viaje de puro placer jejee.
Me alegro de pasar por aquí, he leído algo de una sorpresa, me tienes intrigado :) Sigo leyendo...
PS: Estoy contigo, estoy aprendiendo a disfrutar de los pequeños momentos, que componen uno más grande.
"Vivir cada momento como si fuera el último instante de nuestra existencia", bueno sin llegar a obsesionarse, simplemente disfrutándolo.
Cuídate,
PD. Gracias por alojar mi viñeta en este blog, la veo muy bien arropada. Yo también enlacé tu blog.
Ale, cuanta razón en eso que escribes en las cosas sencillas encontramos mucho y apreciamos poco, especialmente eso que dices de apreciar y agradecer el simple pero imprescindible aire que entra en nuestros pulmones... Gracias por recordarnos eso...
Ciertamente, son esas pequeñas cosas las que se entrelazan para formar nuestra "felicidad".
Abrazos
Esos momentos tan breves hay que vivirlo al máximo, cuando salgo sabes veo cada cosa como si fuera la primera vez y siempre le consigo algo nuevo
Un beso
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