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sábado, 11 de junio de 2011

Y tú, ¿te robabas/robas los postres?


Cuando era chico, mi hijo Pablo -hoy un comprometido sacerdote-  consiguió una hazaña que quedó patentada con su marca en la familia. Se comía el suspiro limeño que solíamos hacer en una gran fuente para que alcanzara para todos los golosos, pero yo no contaba con este ratoncito.

Cuando ponía el postre a enfriar, el muy pillo abría la puerta de refrigerador, y metía con todo cuidado una pajita para bebidas en una esquina discreta, y chupando chupando se sorbía toda la salsa, dejando sólo el merengue con unas trazas de lo demás que hubo pegado al fondo.


14 comentarios:

Winnie dijo...

ja ja Qué pillo!!! Uno de mis hermanos de pequeño tenía el arte de encontrar las tabletas de chocolate que escondía mi madre...Un beso

Anónimo dijo...

que rico! Podrias publicar la receta.... :)

Juan Ignacio dijo...

Astucia que le servirá ahora para pescar almas y conquistar la vida eterna...

Gabriela dijo...

Lo que yo hacía cuando mi querida tía Angelita hacía tortas de chocolate era ofrecerme a ponerle el fudge. Le ponía poquito, poquísimo para que sobrara más en la olla. Sobre decir que lo que quedaba en la olla me lo comía yo, ja, ja.
El suspiro de limeña es uno de mis postres favoritos.

maria jesus dijo...

Una de mis hijas, con una uña, hacía un corte finísimo en los plátanos, sacaba la carne y los dejaba como si estuvieran enteros.

Fernando dijo...

Jajajaja¡¡

Alemamá, seguro que tu hijo usa ahora este hecho encantador en sus meditaciones: la vida espiritual puede ser como el suflé que yo robaba a mi madre, ir quedando en mera apariencia mientras abajo no hay nada.

Seguro que los chico se ríen al oírlo.

AleMamá dijo...

Del mismo ratoncito recojo un consejo que les dió a sus hermanos: tomar los paquetes de galletas y abrirles la "costura", por el lado. Quedan como sin tocar, pero vacías. Se parece a lo del plátano de la hija de Mª Jesús, jeje

AleMamá dijo...

Gaby, esa tía era todo un personaje, de esos que sin mucho ruido dejan una huella imborrable. Tú, como peruana, ¿nos darías la mejor receta que tengas del postre, pero sin pasarse HORAS haciendo desde el manjar para adelante? Gracias

eligelavida dijo...

Hola, paso para desearte un feliz Domingo de Pentecostés. Un
abrazo!

Gabriela dijo...

Mi tía Angelita era, como decimos acá, lo máximo. Simplemente lo máximo.
Sobre el suspiro, te cuento cómo lo hago yo: se pone al fuego tres yemas, con dos latas de leche condensada y un chorrito de esencia de vainilla. Se mueve con cuchara de madera hasta que todo quede unido (demora muy poco tiempo) y se sirve en un recipiente que resista el calor. Aparte, se baten las claras con un poco de azúcar a punto de nieve. Cuando esté, se pone encima de la parte de las yemas. Se espolvorea con canela en polvo.
Se puede servir en dulceras separadas también, en lugar de ponerlo en un solo recipiente grande.
Me cuentas si lo haces.

AleMamá dijo...

Gaby, lo de las yemas encima me lo deberás explicar un poco más. ¿Se usan como para dar color y brillo? ¿Encima del merengue?

Gabriela dijo...

Creo que mi explicación se ha prestado a la confusión: haces la partes con las yemas al fuego, y la pones en un recipiente. Luego bates las claras y las colocas encima de la mezcla de yemas que ya pusiste en un recipiente. Queda justamente como dices, como un merengue. Encima de eso, espolvoreas la canela.
Espero que ahora me haya quedado una explicación más clara. :D

AleMamá dijo...

Mil gracias. Tus admiradores te saludoan. Con lo dulce nos tientas más que con un lomo saltado, jeje

CorazónCoraza dijo...

Mi hermano 10 años mayor que yo es el campeón de este hogar en robarse todos los postres. Teniendo tamaña competencia, es difícil siquiera probarlos, además los dulces nunca han sido mi perdición.
Un abrazo.

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Vitacura, Santiago de Chile, Chile
Mujer, hija, esposa, madre, y como consecuencia, ahora soy abuela de Sofía,Isabel y Juanito, por el momento, mientras llegan los demás que están en la mente de Dios. Tengo 5 hijos, uno de ellos es sacerdote católico. Una bendición inmerecida. Mi apodo bloguero de AleMamá se lo debo a mi yerno. Para distinguirme de su esposa llamada como yo (y no por culpa mía) comenzó a llamarme así. Muchos me lo escriben como "Alemana", pero no, se trata de Ale, como apócope de Alejandra, y mamá por el mejor papel que la vida me ha dado, el de esposa y madre. Soy chilena, católica, y con la cultura occidental muy metida en el alma. Me interesa la tecnología y la ciencia al servicio del hombre, considerando la Ley de Dios siempre, siempre, siempre.

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